Hola de nuevo, hoy vuelvo por fin al blog para traeros una nueva reseña que es nada más y nada menos que la que cierra el apartado de La Trilogía del Ganador. Estos libros han estado bastante tiempo conmigo y tengo mucho que decir sobre el tercero, así que empecemos.
Una última advertencia es que, si no habéis leído el primero ni el segundo no leáis esta reseña, pues me es imposible hacerla sin incluir spoilers; os dejó la reseña de El crimen del ganador por si tenéis interés (libre de spoilers esa).
DATOS DEL LIBRO
- Autor: Marie Rutkoski.
- Nº de páginas: 432 págs.
- Encuadernación: Tapa blanda
- Editorial: PLATAFORMA.
- Resumen: Algunos besos pueden tener un precio muy alto. La guerra ha comenzado. En el centro del conflicto, Arin se enfrenta al imperio acompañado de nuevos aliados de incierta lealtad. Aunque se ha convencido a sí mismo de que ya no ama a Kestrel, no la ha olvidado, ni tampoco cómo la chica que conocía ha acabado convirtiéndose en la clase de persona que él siempre ha despreciado. Alguien a quien le importa más el imperio que las vidas de personas inocentes… y, desde luego, más que él. Al menos, eso cree. En el norte helado, Kestrel está prisionera en un brutal campo de trabajo. Mientras busca desesperadamente la forma de escapar, anhela que Arin pudiera saber los sacrificios que hizo por él. Anhela hacerle pagar al imperio lo que le ha hecho.
OPINIÓN PERSONAL
Bueno, a pesar de que tardé bastante en volver a sumergirme en el mundo de esta trilogía tengo que decir que, en cuanto lo hice, no pude separarme. Hacía bastante tiempo que no me sentía tan atrapada en un libro y, a pesar de que no es ni por asomo un libro que perdurará en mi corazón por el tiempo, sentí que esto es genial.
Y bueno, nos muestran un libro mucho más bélico que los dos anteriores, empapado de guerra y estrategia en su máxima potencia. Y sí, esto lo considero uno de los puntos fuertes del libro pues, a pesar de que no soy muy fan de las batallas épicas a la hora de leerlas, todo ese juego de estrategias me tenía cautivada y eran realmente buenas.
En cuanto a la historia de amor, esa preocupación que tuve durante los dos primeros libros de que cayera en cliché de alguna forma y se estropeara... ¡ha pasado! Y en verdad fue leerlo y pensar "Lo estabas haciendo tan bien...¿Por qué la cagas en el final?" y es que, en lo que a mi respecta, este cliché se me hizo horrible de leer pero, como se va arreglando poco a poco dio un poco de drama a la trama que era un cuarto necesaria y tres cuartos no.
Algo de lo que me quejaba en el primer libro era que le daban muy poca importancia a Arin con respecto a Kestrel, ahora puedo decir que ya no es así; Kestrel pasa a un segundo plano casi todo el libro y más parece que él se haya convertido en el protagonista que ella.
Hablando de los personajes tengo que decir que eso de que a Arin le hablara un dios y a Kestrel la voz de su padre era muy creepy... además de que usar para los dos personajes el mismo recurso me disgustó un poco (lo peor es que la autora es consciente, hay una escena en la que Kestrel reflexiona sobre que ambos escuchen voces...). Pero tengo algo más que decir, y es que no puedo irme de esta saga sin mencionar a Roshar, es un personaje con un humor que me encantó y, siendo sincera pensé que sería el que moriría para matar a algún personaje y que hubiera un trauma en los protagonistas (ya estaba usando clichés, ¿por que no usar otro?) pero no fue así y es un gran alivio; la relación o duelo que tiene con su hermana es algo que me hubiera gustado ver más explotado (como todo su personaje en si en verdad).
Y bueno para no enrollarme mucho más diré que el final de la saga me parece correcto, tiene la ración de épicidad suficiente y, aunque que no haya derramado ni una sola lágrima es algo que me "molesta", tengo que decir que es un buen broche a la saga y que para muchos puede ser un libro que cautive y enamore sin duda. Recomendable 100%.
FRASE
Kestrel pensó que tal vez había estado equivocada, y Risha también, sobre el perdón, que no era ni barro ni roca sino que se parecía más a las flotantes esporas blancas. Se soltaban de los árboles cuando estaban listas. Eran suaves al tacto, pero había que dejarlas ir, de modo que pudieran encontrar un lugar en el que sembrarse y crecer.
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